Sirven para limpiar el corazon, comento un amigo bien particular...y asi lo creo. Un leve malestar estomacal, y se intensifican los colores. Los pajaros! Que bello cantan. El cuerpo se siente liviano, una cosquillita deliciosa...me da risas. Me rio mucho. Miro el camino de tierra, el cerro empinado y el sol me acoge. Un viento suave, un roce. La tarde avanza y entramos a bosquecillo. Nos desviamos del camino, hacia un lugar indebido, oscuro y humedo. Hay musgo y un arbol con amplias ramas que forman una casa...
-Aqui se puede vivir, exclama E. Es exquisito estar ahi, comer una galleta, beber jugo. Silencio. Volvemos al sendero. Avanzamos hasta el final, siempre queremos llegar al final. Al final hay una torre de alta tension y una quebradita con casa gigantes, pretenciosas, y horribles. Prendemos un incienso, quemamos la ultima hierba y compartimos el ultimo honguito. El hongo padre, el mas grande. Aun esta fresco, azul. Al bajar nos pilla la puesta de sol. Como un milagro un gran ojo fluorescente nos mira fijamente, a medida que las nubes lo tragan va dejando un hilo luminoso, intenso. Es hermoso. Los colores cambian repentinamente y veo que mi ropa tiene otros tonos. Plasmados. Los parlantitos en mi gorra me hacen viajar todo el tiempo mirando el camino de tierra. La oscuridad empieza a caer. Un foco en el cerro nos llama la atencion. Lo miramos intrigados. Crece. Es la luna que se asoma por la cordillera, iluminandose lentamente con los rayos del sol que acaba de bajar por el otro extremo del planeta. Un juego de luces divino. Las sombras lunares me estremecen de emocion. Es lo mas bello que he presenciado.
Bajamos, todos, enteros, bajamos. Mi corazon se siente aliviado, me he reido toda la tarde. Es verdad que sirven para limpiar el corazon.
jueves, 17 de julio de 2008
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