domingo, 19 de octubre de 2008

Terremoto en Talgante

Sábado, estoy en la ruina. Mi cuerpo dice "basta ya de andar weveando por Santiago, basta". Sola. Con ganas de sociabilizar. En Talagante no tengo ambiente, mis amigos del colegio nunca fueron realmente mis amigos. Vecinos; solo abuelos. Entre mis contactos del celular esta David, un ex colega estrafalario que vive cerca. Lo llamo. "Con A. pensábamos preparar terremoto, ven po'".
A las 22:30 parto a la botillería que queda camino hacia su casa. "Un botellón de vino blanco por favor" $1750. Salgo, prendo un tabaco y camino por la calle central de Talagante. Se escucha música por todos lados, la gente esta con ganas de vacilar. El aire tibio de esta noche me conforta.
Camino con el botellón en una mano, y mi tabaco en la otra. Pienso en el guapo tatuador de La Bandera. Frank T en mis audifonos.
David y su amada viven en una casa acogedora que arriendan, su hijo se acaba de dormir.
Una conversacion breve y pasamos a la cocina. Nunca he preparado terremoto. Observo con atención la preparación:

Vino blanco (aunque ponen énfasis en que idealmente es con pipeño) , una especie de almíbar de piña que preparo A. para la universidad, el ingrediente secreto: Fernet, helado de piña, hielo.

Mmmmm, sabe delicioso. El dulzor del brebaje revienta en mi boca cuando llega a través de la pequeña bombilla. Revuelvo suavemente el contenido de mi vaso de vidrio azulado. La espuma del helado de piña se adhiere a la bombilla, es exquisita.
Baja el primer vaso, el segundo. La conversacion se extiende con naturalidad, nos distendemos.
Comparten conmigo su sueño de la furgoneta Citrola. Especulan con respecto a su estado, los gastos que implica adquirirla y retocarla. Sueñan con ese viaje gitano a un lugar no muy lejano, con todas las cosas adentro, tal vez dormir toda la familia dentro de aquel vehículo.
David va por unas cervezas. Noto que esta pareja es principalmente de habitos etilicos. Micheladas...fresco.
Me muestran fotos del vehículo aquel. Los veo proyectarse. Siento el calor del afecto que hay en ese lugar. Pienso que algún día quizás yo voy a vivir esa intimidad. La complicidad de compartir y confiar en otro. En la entrega.
Veo la pareja interactuar. Converso con A. sobre vivir con un hombre. Es una mujer luminosa y sencilla. A pesar de ser bastante menor que yo, esta todo muy claro para ella. Tiene visión. Me inspira.
Escuchamos Lila Downs, una oaxaqueña-americana contemporánea que rescata el folclore indígena mixteca, y hace música inspirada en la cumbia y el jazz.
Nos reímos de la vida, hablamos del absinthe, de plantas sicotropicas y soñamos con reproducir psilocybes artesanalmente usando los conocimientos technologicos que tiene A.
Dan las 4 de la mañana. Es hora de mi retiro. Con mi corazón cálido, y mi cabeza liviana me subo al colectivo que va a cruzar Talagante, hasta la casa de mis padres donde me espera mi hija.
Duerme junto a su abuela. Son como ángeles.
"Estas pasada a copete" comenta mi madre. Me acurruco en la cama matrimonial de mis padres donde duermen las dos féminas que mas amo en el planeta. Pienso en lo afortunadad que soy. Me refugio en ese calor matriz, toco los pies calientes de mi hija con mis manos y cierro mis ojos.

Terremoto...apenas mi bolsillo lo permita comprare una botella de Fernet...el ingrediente secreto de aquel brebaje criollo.
Lila Downs "La Cumbia del Mole"

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